lunes, 31 de diciembre de 2007

Del servicio a dos señores

Dos liebres pretende cazar a la vez quien piensa servir bien a dos señores y se carga sobre los hombros más de lo que debe.

Un necio es quien pretende servir al mundo y también a Dios, pues cuando un siervo tiene dos señores, nunca los puede servir bien. Muy a menudo se arruina el artesano que conoce muchas artes y muchos oficios. El que quiere cazar y coger al mismo tiempo dos liebres con un perro, al final apenas conseguirá una y, a menudo, no conseguirá ninguna en absoluto. Quien quiere tirar desde muchas ballestas, difícilmente alcanzará alguna vez el blanco. Quien asume muchos cargos, no puede hacer lo que a cada uno de ellos conviene. Quien tiene que estar aquí y también en otra parte, no estará en su sitio ni aquí ni allí. El que quiere hacer lo que a todos agrada, tiene que tener el alineto calinete y frío, y tragar muchas cosas que no le gustan, y ajustarse mucho a los medios disponibles y poder poner a cada uno almohadones debajo de los codos, y untar a todos bien la frente, y mirar de no encolerizar a nadie. Mas muchos cargos saben bien, se calienta uno pronto ante un gran fuego de carbón; pero quien prueba muchos vinos no piensa que cada uno sea bueno. Un aderezo sencillo está pronto listo. El sabio ama la sencillez. A quien a uno sirve y cumple con él su deber, se le considera un fiel servidor. Murió el burro y nunca estuvo harto de tener cada día nuevos amos.

Ilustración: Un necio cazador toca el cuerno, sin prestar atención a dos liebres que pasan por allí en sentidos contrarios. El perro sigue a una, pero vuelve la cabeza a la otra.

domingo, 30 de diciembre de 2007

De la inutil riqueza

Quien tiene bienes, se deleita con ellos y no los comparte con los pobres recibirá una negativa cuando él mismo pida.

La mayor necedad de todo el mundo es que se honre el dinero por delante de la sabiduría y que se prefiera al hombre rico. Quien tiene orejas y cascabeles encima, ha de ser consejero sólo porque tiene mucho que perder. A cada cual cree el mundo tanto como dinero tiene en su bolsillo: el señor Penique ha de estar siempre delante. Si viviera Salomón, no se le dejaría entrar en el consejo si fuera un pobre tejedor o tuviera el bolsillo vacío. A los ricos se les invita a la mesa y se les traen venados, aves y pescado, y se les hace la corte interminablemente, mientras que el pobre está ante las puertas y suda, queriendo congelarse. Al rico se le dice: "¡Comed, señor!" ¡Oh Penique, a ti se te concede el honor! Tú consigues que muchos te sean propicios. Quien tiene peniques, encuentra amigos. Todos le saludan y le tratan con familiaridad. Si alguien quiere tener esposa, la primera pregunta es: "¿Pero qué tiene éste?" No se pregunta por la honradez o la sabiduría, la educación, la inteligencia; se busca a uno del gremio de los necios, que tenga para echar pan a la leche, aunque sea un rufián. Toda ciencia, honra y sabiduría son ociosas donde falta el penique. Quien su oído cierre ante el pobre, no será escuchado por Dios cuando también él clame.

Ilustración: Mientras un necio rico se regodea en su oro, un pobre peregrino, con cruz, escudilla y concha de Santiago, y dos perros lamiéndolo, yace en la calle.

domingo, 23 de diciembre de 2007

De la gula y la juerga

Con justicia caerá en futura pobreza quien persigue siempre la golosina y la gula y se une a los juerguistas.

Calza a un necio los zapatos quien ni de día ni de noche tiene reposo pensando cómo llenar la panza y el estómago y convertirse en un pellejo de vino, como si hubieran nacido para que por él se echara a perder mucho vino y él mismo fuese una helada diaria. Éste cabe bien en la nave de los necios, pues destroza el juicio y los sentidos; con la edad se dará cuenta de que le tiemblan la cabeza y las manos, abrevia su vida y acerca su fin. Cosa dañina es el vino, junto al que nadie que busque en él alegría y placer puede ser sabio. Un hombre borracho nunca descansa ni conoce medida ni distingo. Mucha lujuria viene de la embriaguez; muchos males surgen también de ella; sabio es quien bebe moderadamente.
Noé no podía soportar el vino, pero lo encontró y lo plantó. Lot pecó por el vino en dos ocasiones. Por el vino fue decapitado el Bautista. El vino hace que el sabio se ponga la capa del necio. Cuando Israel se daba un buen hartazgo y tenía la tripa más que llena, empezaron a jugar y también tuvieron que bailar. Por ello mandó Dios a los hijos de Arón que se abstuvieran del vino y de todo aquello que embriaga; pero los sacerdotes poco caso hicieron. Cuando Holofernes estaba ebrio, perdió la cabeza con la barba. Támiris dispuso comida y bebida cuando forzó al rey Ciro. Por el vino cayó Ben Adad, cuando perdió todos sus bienes; toda honra y virtud olvidaba Alejandro cuando estaba bebido, y hacía a menudo en su embriaguez lo que a él mismo le dolía después. El rico bebía como un buen compañero de copeo y comió por la mañana en el infierno. El hombre sería libre, no sería un siervo, si no existiera la embriaguez y el vino. Quien ama el vino y el buen bocado no será rico ni feliz. ¡Ay de él! ¡Y de su padre! Sufrirá guerras y muchas desgracias quien siempre se llena como una vaca y quiere beber a la salud de todos y responder a los brindis que se le hacen. Pues quien sin necesidd bebe mucho vino se asemeja al que duerme en el mar y yace sin sentido ni defensa; así hacen los que sólo piensan en la vida alegre y comen, beben y andan de juerga noche y día. Les trae el posadero, como clientes, una pierna y un cuarto de vaca y les añade almendras, higos y arroz: le pagarán el día de San Ciruelo. Muchos serían pronto muy sabios si la sabiduría estuviera dentro del vino que se echan al coleto por la mañana y por la tarde. Cada uno bebe a la salud del otro: "'¡Va por ti! ¡Te toca!" El otro dice: "Espera, me defiendo, hasta que estemos los dos llenos." Con esto se sienten los necios ahora muy bien: uno a la copa, dos para la boca. Una soga en torno al cuello sería más sano y provechoso que cultivar semejante gula. Es una gran necedad, que Séneca ya previó oportunamente y sobre la que habló en sus libros; el que algún día se concederá más honra a un ebrio que a un sobrio y se querrá ser enaltecido por estar embriagado de vino. También me refiero aquí a los bebedores de cerveza, cuando uno solo bebe un barril y se queda tan lleno, que se podría abrir bien la puerta con él. Un necio tiene que haber bebido mucho; un sabio puede beber moderadamente y está con ello mucho más sano que el que se llena de jarras. El vino es muy suave al entrar, pero meurde al final como una serpiente y derrama su veneno por toda la sangre, como lo hace el basilisco.

Ilustración: Se representa un festín desaforado y sin urbanidad. Un necio bebe directamente de la jarra, otro hinca el diente directamente a un jamón, otros levantan los brazos en señal de brindis.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Del necio cálculo

Quien quiera edificar, calcule antes qué fortuna necesitará, pues, de lo contrario, esperará en vano el final

Un necio es quien quiere edificar y no calcula antes cuánto va a costar y si puede llevarlo a efecto conforme a su plan. Muchos planearon grandes edificios y no pudieron salir de su empeño. El rey Nabucodonosor se encumbró arrogante por haber edificado con su poder Babilonia, la gran ciudad, pero le aconteció muy pronto que quedó en el campo como una vaca. Nemrod quiso edificar muy alto en el aire una gran torre frente a las tempestades de agua, y no calculó que su edificio era demasiado pesado, e imposible. Cualquiera no construye tanto como en tiempos hizo Lúculo. Quien quiera construir sin arrepentirse, piénseselo antes de edificar, pues a muchos les viene el arrepentimiento demasiado tarde, de modo que el daño le entra en el bolsillo. Quien quiera emprender algo grande, debe asegurarse de si puede llegar a donde se ha propuesto, para que no le sobrevenga un inesperado azar y todos se mofen de él. Mucho mejor es no emprender nada, que abandonarlo con daño, escándalo y burla. Las pirámides cuestan mucho y también el laberinto junto al Nilo; pero todo eso ya se ha perdido hace tiempo: ninguna construcción puede durar mucho aquí en la tierra.

Ilustración: Sobre el trasfondo de una obra en construcción, en la que una grúa sostiene aún una piedra, aparece sentado delante de la mesa en que se efectúan los pagos, un patrón necio, desesperado, que se tira de los pelos, y tres albañiles con sus útiles de trabajo, abandonándolo.

viernes, 21 de diciembre de 2007

De la insolencia frente a Dios

Quien dice sólo que Dios es misericordioso, y no justo al mismo tiempo, tiene un juicio como los gansos y las cerdas.

Bien se unta con grasa de burro y tiene la caja colgada del cuello quien osa decir que Dios nuestro Señor es misericordioso y no se encoleriza mucho cuando se comete un pecado, y considera los pecados tan poca cosa, que los tiene por absolutamente humanos. Dios no habría creado el reino de los cielos precisamente para los gansos; siempre se han cometido pecados y no se empieza hoy a pecar. Puede contar la Biblia y otras muchas historias, pero no quiere entender que está descrito después por doquier el castigo con calamidades y con venganza, y que Dios, a la larga, nunca soportó que le golpeara en una mejilla. Dios no es bohemio o tártaro, pero entiende bien sus lenguas. Si bien su misericordia carece de medida, de número y de peso, y es infinitamente grande, así también permanece, no obstante, su justicia, y castiga los pecados por los siglos de los siglos a todos los que no obran bien, muy a menudo hasta la novena generación. La misericordia, a la larga, no permanece si Dios abandona la justicia. Cierto es que el cielo no pertenece a los gansos; pero tampoco una vaca, un necio, mono, burro o cerdo entrarán en él en toda la eternidad. Y lo que pertenece a la parte del demonio, nadie en absoluto se lo quitará.

Ilustración: En un establo comen gansos y cerdas. Un necio, medio desnudo y con una gran cuchara en la mano y una lata en torno al cuello, los mira.

jueves, 20 de diciembre de 2007

De los amoríos

A mi cuenta atados llevo, de acá para allá, muchos necios, simios, burros, cucos, que seduzco, engaño y embauco.

Yo, doña Venus, la del culo de paja, no soy la menor en el puré de los necios. Atraigo hacia mí a muchos necios y hago un cuco de quien quiero. Nadie puede nombrar a todos sus clientes. Quien ha oído del establo de Circe, de Calipso, del yugo de las sirenas, piense qué fuerza tengo aún. Quien piense que es sabio, lo mojo bien dentro en el puré d elos necios. A quien hiero una vez, no le sana poder de hierbas alguno. Por ello tengo un hijo ciego: ningún amante ve lo que va a hacer. Mi hijo es un niño, no un hombre: los amantes andan por ahí sin juicio ni experiencia. De ellos raramente se oyen palabras serias, igual que de un niño. Mi hijo está desnudo y descalzo todo el día, pues nadie puede ocultar los amoríos. El mal amor sale volando, no queda en pie mucho tiempo; por eso mi hijo tiene dos alas. Los amoríos son volubles en todo momento, nada hay más inconstante sobre la tierra. Cupido lleva su arco descubierto, en cada costado un gran carcaj. En uno lleva muchas flechas de arponcillo, con ellas acierta a muchos necios; son afiladas, de oro, ganchudas, puntiagudas; quien es alcanzado pierde el sentido y baila después junto a la madera de los necios. En el otro carcaj las flechas son de ave, romas, latradas con plomo, pesadas. La primera hiere, la segunda ahuyenta. A quien alcanza Cupido, enciende Amor, su hermano, para que arda, y nadie puede apagar la llama, que quitó la vida a Dido e hizo que Medea quemara con su propia mano a su hijo y a su hermano. Tereo no sería una abubilla; Parsifae habría evitado el toro; Fedra no habría seguido a Teseo ni buscado la deshonra junto a su hijastro; Neso no habría recibido un tiro mortal; Troya no habría llegado a tales penalidades; Escila habría dejado el pelo a su padre; Jacinto no sería una flor; Leandro no habría nadado; Mesalina sería constante en la castidad; Marte tampoco se hallaría entre cadenas; Procris habría evitado el seto; Safo no habría caído del monte; las sirenas no habrían hecho naufragar las naves; Circe habría dejado a los barcos seguir su camino; el Cíclope y Pan no silbarían lastimosamente; Leucotea no habría parido un árbol de incienso; Mirra no estaría encinta de Adonis; Byblis no habría sentido amorosa pasión por su hermano; Danae no habría concebido mediante el oro; Nictimena no habría salido volando en la noche: Eco no se habría convertido en voz; Tisbe no habría teñido las blancas bayas; Atalante no sería una leona; la mujer del levita no estaría deshonrada y, con ello, aniquilada una tibu; David habría dejado bañarse a Betsabé; Sansón no se habría fiado de Dalila; Salomón no habría adorado al ídolo; Amón habría sido virtuoso con su hermana; José no habría sido acusado sin motivo, como Belerofonte e Hipólito; el Sabio no iría como un caballo; de la torre no estaría colgado Virgilio; Ovidio tendría el favor del emperador si no hubiese enseñado el arte amatoria.
Muchos más llegarían a la sabiduría si no sintieran tan fuerte impulso hacia los amoríos. A quien tiene mucho trato con mujeres, se le quema la conciencia, y no puede servir enteramente a Dios quien tiene mucho que hacer con ellas. Los amoríos son para todo estamento motivo de burla, necedad y escándalo; pero lo más escandaloso es cuando lo ejercen la vieja y el viejo. Un necio es quien quiere galantear y piensa mantener medida y comedimiento, pues cultivar la sabiduría y amar torpemente no pueden estar en absoluto en la misma silla. El amante está tan completamente ciego, que piensa que nadie le va a ver. Ésta es la más vigorosa hierba de los necios, la capa queda pegada mucho tiempo a la piel.

Ilustración: Venus, adornada con plumas y acompañada de un asno, un mono y un cuco, lleva atados a tres necios a sendas cuerdas. Uno de éstos es monje, como se ve por la tonsura. Delante de Venus está Cupido, con los ojos vendados y con el arco y las flechas; detrás de ella, la muerte, con expresión de sonrisa macabra.

martes, 18 de diciembre de 2007

Del necio imprudente

Quien no cincha antes de cabalgar y no toma precauciones a tiempo recibe burlas si cae por un lado

A la necedad bien unido está quien dice: "No lo había pensado." Pues quien medita todas las cosas a tiempo, cincha bien antes de cabalgar. Quien se acuerda después de la acción, su plan llega generalmente demasiado tarde. Quien sabe planificar bien en la acción, ha ce ser un hombre experimentado o lo ha oído a las mujeres, que son tenidas en alta estima por ese consejo. Si Adán hubiera sido más precabido antes de comer la manzana, no habría sido expulsado del paraíso por un pequeño mordisco. Si Jonatán hubiera meditado bien, habría despreciado los dones que pérfidamente le ofeciera Trifón, quien después lo mató. Buenos planes sabía en todo tiempo Julio, el Emperador, en el combate, pero cuando tenía paz y felicidad se descuidó en una cosa: no leyó al instante las cartas que le habían enviado para ponerle sobre aviso. Nicanor calculó muy poco, vendió la piel del oso antes de cazarlo; su plan falló tan claramente, que le cortaron lengua, mano y cabeza, Los buenos planes son siempre buenos. ¡Dichoso aquel que los hace a tiempo! Muchos corren y llegan demasiado tarde. Pronto se golpea quien tiene excesiva prisa. Si Asael no hubiera sido tan rápico, Abner no lo habría atravesado con la lanza.

Ilustración: Un necio se tumba sobre un asno y se agarra a su crin, porque la silla ha quedado suelta

lunes, 17 de diciembre de 2007

Desprecio de la escritura

Quien quiere creer a cualquier necio, cuando tanto se oye de la Escritura, se acomoda bien el juego de los necios.

Un necio es quien no quiere creer la Escritura, que afecta a la salvación, y piensa que debería vivir como si no existiera Dios ni infierno, despreciando toda prédica y doctrina, como si no viera ni oyese. Si viniera uno de los muertos, correría cien millas hacia allí, para oir de él nuevas noticias: qué seres hay en el infierno y si mucha gente entra allí; si también se escancia vino nuevo y si se ofrecen asimismo otros juegos simiescos. Tanto tenemos de la Escritura, de la antigua y de la nueva alianza, que no es necesario aducir aquí ningún testimonio más ni buscar la capilla y la celda del gaitero de Niklashausen. Dios dice desde su verdad: quien aquí peca, sufre allí la pena; quien aquí consagra sus días a la sabiduría, es honrado en la eternidad. Dios ha hecho, en verdad, que el ojo vea y el oído oiga. Por ello, ciego es y sordo quien no oye la sabiduría y no la cree, pero gusta de oir novedades y leyendas. Temo que vendrán pronto los días en que llegaremos a saber más novedades de lo que nos gusta y sea de razón. Jeremías gritó y enseñó, y no fue oído por nadie; lo mismo otros sabios más; por ello vinieron después muchas calamidades y desgracias.

Ilustración: Sobre el transfondo de una ciudad, vemos a dos personajes. Uno está amortajado y sentado sobre la tapa de un féretro abierto; el otro pisa sobre dos libros, probablemente el Antiguo y el Nuevo Testamento, y señala con el dedo hacia el anterior, en actitud de preguntarle.

domingo, 16 de diciembre de 2007

De la verdadera amistad

Quien comete injusticia y violencia con otro hombre, que no le ha hecho nunca daño, sirve de escándalo para otros diez.

Un necio es, y muy estulto, quien con otro humano comete injusticia, pues con ello amenaza a muchos, que después se alegrarán de su desgracia. El que hace algo malo a su amigo, que ha depositado en él toda su esperanza, fidelidad y confianza, es un necio y carece por completo de juicio. Ya no se encuentran en absoluto amigos como lo era David con Jonatán, como Patroclo y Aquiles, como Orestes y Pílades, como Démades y Pitias o como lo era el escudero de Sául, como Escipión y Lelio. Donde falta el dinero, termina la amistad. Nadie ama tanto a su prójimo como está escrito en la Ley: el egoismo suprime todo derecho, amistad, amor, estirpe, familia. A nadie se encuentra ahora igual que Moisés, quien amaba a los otros como a sí mismo; o como Nehemías y Tobías, el temeroso de Dios.
A quien el provecho común no es tan preciado como el provecho propio que ansía, le tengo por un necio cuco; lo que es común, es también propio. Pero Caín está en todo estamento que lamenta la felididad que tiene Abel. Amistad: cuando se necesita, entran veinticuatro en media onza, y los que queiren ser los mejores, entran siete en cuatro adarmes.

Ilustración: Un hombre tiene a otro en el suelo y lo golpea. Un grupo de hombres y mujeres se agolpan en la calle con caras de desaprobación, pero sin intervenir. Solo uno, arriba a la derecha, parece mirar complacido por encima del hombre del que tiene delante.

sábado, 15 de diciembre de 2007

De las malas costumbres

Quien tiene malas costumbres, y mira hacia donde se convertirá en necio, arrastra la capa por el suelo.

Muchos andan en túnicas ufanos y lanzan la cabeza hacia aquí y hacia allá, después hacia abajo y hacia arriba, más tarde hacia atrás y seguidamente de lado, ora andan presurosos, ora muy cadenciosos. Esto muestra como indicio y causa que tienen un carácter ligero, del que es muy oportuno precaverse. A quien es sabio y tiene buenos modales, se le adecua bien su esencia, y lo que empieza y realiza le parece bien a todo sabio. La verdadera sabiduría empieza con pudor, es recatada, tranquila y pacífica, y, si se acomoda con el bien, Dios la llena de Gracia. Mejor es tener buenas maneras que toda la riqueza de la tierra. De los modales se colige muy pronto lo que uno tiene en su corazón. Más de uno cuida poco las maneras; no se ha acostumbrado a ellas ni está educado para ellas; por eso tiene los mismos modales que una vaca. El mejor ornato y el más alto nombre son las buenas costumbres, la modestia y el pudor. En las buenas costumbres se educó Noé, pero no se le pareció mucho Cam, su hijo. Quien engendra un hijo sabio, que aprende modales, juicio y sabiduría, dé gracias a Dios por haberle otorgado la Gracia. Albino se comió la nariz de su padre porque éste no le había educado mejor.

Ilustración: En una habitación de decoración riquísima y con toda la apariencia de gran lujo y dispendio, un hombre, también ricamente ataviado, arrastra con una cuerda una capucha de necio.

viernes, 14 de diciembre de 2007

No seguir el buen consejo

Quien no sabe decir sí y no, ni tomar consejo en lo grande y lo pequeño, él mismo recibe el daño

Un necio es quien quiere ser sabio y no muestra ni buen comportamiento ni medida y, cuando quiere cultuivar la sabiduría, un cuco es su halcón. Muchos son en sus palabras sabios y discretos, pero tiran del arado de los necios. Esto hace que se fíen de su sabiduría e inteligencia y no atiendan al consejo de los demás, hata que les sobreviene la desgracia. Tobías enseñó siempre a su hijo que hiciera caso al sabio consejo; por no seguir el buen consejo y despreciarlo, la mujer de Lot fue castigada por Dios y tuvo que quedar allí como un símbolo. Como Roboam no quiso seguir a los sabios ancianos, como debía, y siguió a los necios, perdió diez tribus y continuó siendo un necio. Si Nabucodonosor hubiera escuchado a Daniel, no se habría convertido en una bestia. Macabeo, el hombre más fuerte, que había realizado grandíosas hazañas, no habría sido muerto si hubiera seguido el consejo de Joram. Quien de contínuo sigue a su propia cabeza, y no sigue ni cree el buen consejo, no atiende en absoluto a la felicidad y a la salvación y las echará a perder antes de tiempo. Donde hay muchos consejos, hay dicha y poder. Ajitofel se dio muerte porque Saúl no siguió su consejo.

Ilustración: Un necio que tira de un arado, mira hacia atrás y ve a otro necio sonriente que lleva un cuco en una mano y la mancera del arado en la otra.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Del sembrar cizaña

A quien se pone entre piedra y piedra y lleva mucha gente en la lengua, le sobreviven pronto daño y pesar


Muchos sienten gran contento en dividir a todo el mundo y en poder sembrar la discordia, de la que brotan enemistad y el odio. Con calumnias y grandes mentiras golpean a muchos, que sólo tiempo después lo sienten, y hacen de un amigo un enemigo; y queriendo dejarlo bien sellado, ven cuánto pueden aumentar y pretenden haberlo hecho cual secreto de confesión, para que no salga de ello ninguna reprimenda. Dicen que lo tenían bajo la rosa y lo habían hablado a su propio corazón. Piensan gustar mucho con esto. El mundo está lleno de tal cizaña, de modo que más lejos se puede llevar algo en la lengua que en carruaje de ballestas; como hicieron Coré y Absalón, que deseaban secuaces y cosecharon desgracias. En todo el país está Alcimo, que enemista y calumnia a los amigos y pone los dedos en los quicios de las puertas, por lo que a menudo resultan pillados. Como a uno que esperaba recibir recompensa por haber asesinado supuestamente a Sául, y a los que mataron a Isbaal como sucede al que está entre ruedas de molino, que siempre sembraba mucha discordia. Al punto se ve en sus gestos lo que dice y qué clase de hombre es. Aunque se esconda a un necio detrás de la puerta, sacará las orejas.


Ilustración: Un necio aparece aplastado entre dos piedras de molino; otro, que mira hacia él, se pilla los dedos en la puerta; un tercero asoma su capucha y su clava en una esquina.

lunes, 10 de diciembre de 2007

De la educación de los hijos

Quien a los hijos pasa por alto sus travesuras y no les reprende, mucho sufrirá él mismo al final.

De necedad está completamente ciego quien no cuida de que sus hijos se eduquen como es debido y se esfuerza en particular, en dejarlos andar descarriados sin amonestación, al igual que las ovejas van sin pastor, y les pasa por alto todas sus travesuras y piensa que no precisan castigo, que aún no están en la edad de retener en los oídos lo que se les dice, sea castigo o enseñanza.
¡Oh, gran necio, presta atención y escucha! La juventud aprende con presteza, toma buena nota de todo. Lo que se vierte en pucheros de barro nuevos no pierde el sabor. La rama verde se puede doblar: cuando se osa doblar una vieja en seguida se parte en dos.
El castigo justo no produce ningún preocupante griterío; la vara de la disciplina expulsa sin dolor la estulticia del corazón del niño. Sin castigo nadie ha sido educado. Crece el mal que no se evita. Helí era justo y vivía sin pecado; mas por no castigar a sus hijos, lo castigó Dios y murió un día lamentándose, con sus hijos. Por no querer educar a los hijos, se encuentra uno a muchos Catilinas. Iría ahora mucho mejor la educación de los niños si les pusiesen maestros como Fénix, al que Peleo buscó para su hijo Aquiles; Filipo indagó por toda Grecia hasta encontrar a su hijo un preceptor; al rey más grande del mundo se le unió Aristóteles, quien oyó a Platón muchos años, y ésta antes a Sócrates. Pero los padres de nuestro tiempo, cegados por la codicia, toman para sus hijos maestros tales, que los convierten en necios y los devuelven a casa aún más necios de lo que eran al salir de ella. Nada tiene de extraño que los necios tengan hijos necios. El viejo Crates dijo que, si le incumbiese, gritaría con voz clara: ¡Vosotros, necios insensatos! Vosotros ponéis buen cuidado en acopiar bienes y no cuidáis de vuestros hijos, para quienes amasáis esa riqueza. Al final recibiréis como recompensa, si vuestros hijos han de ir al consejo y lograr educación y honores, que sentirán inclinación sólo por aquello que han aprendido desde la niñez. Entonces se acrecienta el pesar del padre y le consumen los remordimientos por haber educado inutilmente a un espantajo. Los unos andan en pandas de bribones, blasfeman y ofenden a Dios; los otros andan con rameras. Éstos pierden en el juego caballo y camisa; los cuartos llevan una vida licenciosa de noche y de día. En esto se convierten aquellos niños a los que no se educa en la juventud ni se les dota de un buen maestro. PUes principio, medio y fin del honor brotan sólo de una buena educación. Loable cosa es ser noble, pero propio de otros es, y no tuyo: de tus padres procede. Cosa muy preciada es la riqueza, pero es un caso de azar, que sube y baja bailando como una pelota. Cosa hermosa es la gloria del mundo, pero más inconstante, como sabéis. La belleza del cuerpo en alta estima se tiene, pero apenas dura una noche. Asimismo, muy querida nos es la salud, aunque se esfuma como un ladrón. La gran fortaleza se tiene por un preciado don, pero mengua con la enfermedad y los años. Por ello, ya no queda entre nosotos nada más inmortal y duradero que la enseñanza. Gorgias pregunta si sería feliz el poderoso señor de Persia. Dijo Sócrates: No sé aún si posee educación y virtud. Como si quisiera decir que el poder y el oro nada valdrían sin la enseñanza de la virtud.

Ilustración: Un padre ciego, con los ojos vendados, está presente sin actuar ante la disputa de sus hijos, armado uno con un puñal y otro con espada. Sobre la mesa, en que uno está sentado, hay cartas y dados.

sábado, 8 de diciembre de 2007

De los necios viejos

Por más que tento un pie en la tumba y llevo el cuchillo de desollar en el culo, mi necedad no puedo abandonar.


Mi necedad no me deja ser anciano. Soy muy viejo, pero también muy ignorante; un niño malo de cien años. Delante de los jóvenes llevo cascabeles y a los niños imparto enseñanza, y me hago a mi mismo un testamento que me pesará tras la muerte. Doy ejemplo y mal consejo, y practico lo que en mi juventud aprendí. Quiero que se me honre por mi maldad y me atrevo a vanagloriarme de mi ignominia, de que he engañado a muchos países y he enturbiado mucha agua. En el mal me ejercito de continuo y lamento ya no poderlo realizar como en mis viejos tiempos; pero lo que ahora ya no puedo hacer, se lo encomendaré a Enrique, mi hijo, quien hará lo que yo le he dejado. Éste ya se asemeja ahora mucho a mí en su mala calaña, no se detendrá ante nada y viajará también en la nave de los necios. Me deleitará después de mi muerte que me sustituya tan perfectamente. De tales cosas se ocupa ahora la vejez. La senectud ya no quiere tener sabiduría. Los jueces de Susana mostraron bien qué confianza se debe conceder a un viejo. Un necio viejo no cuida su alma; difícil es obrar bien si no se está acostumbrado a ello.


Ilustración:Un viejo necio tiene un pie en la tumba y un cuchillo clavado en el trasero. Arriba se lee "Haintz" ("necio"), y debajo del nombre hay un blasón vacío, en el que cada cual puede poner su propio nombre.

viernes, 7 de diciembre de 2007

De las nuevas modas

Quien muchas nuevas modas lleva por el país, causa gran indignación y escándalo y toma al necio de la mano.


Lo que antaño era cosa escandalosa, se tiene hogaño por pequeño y fútil. Un honor era antes llevar barba; ahora han aprendido los hombres el modo propio de las mujeres, y se maquillan con grasa de nono y desnudan su cuello, rodeándolo de muchos collares y de grandes cadenas, como si estuvieran ante San Leonardo. Con azufre y resina se rizan el cabello, dentro se bate despúes clara de huevo, de suerte que quede ondulado en la cestilla. Éste cuelga la cabeza fuera de la ventana, ése se pone rubio el pelo al sol y al fuego: debajo los piojos no son caros. Se podrían encontrar ahora bien en el mundo, pues todas las ropas están llenas de arrugas: vestidos, abrigos, camisas, pecheras, zapatillas, botas, pantalones, zapatos, capas de piel, abrigos, orlas; la costumbre judía se quiere cultivar. Un moda deja paso rápidamente a la otra; eso muestra que nuestro ánimo es liviano y mudadizo a toda clase de escándalos. Muchas modas nuevas hay hoy en el país. Vestidos escandalosamente cortos y escotados, que apenas cubren el ombligo. ¡Ay, desonra de la nación alemana! Lo que la naturaleza quiere ocultar, se desnuda y se deja ver. Por ello, lamentablemente, las cosas van mal y pasarán pronto a peor. ¡Ay de aquel que dé motivo de escándalo! ¡Ay de aquel también que no castigue ese escándalo!. Recibirá en recompensa lo que no espera.


Ilustración: Un necio (Uly von Stauffen) muestra un espejo a otro necio más joven, ataviado a la última moda, quien se mira en él complacido. Abajo aparece 1494 (Año de la primera edición). Arriba se lee en una cinta "Uly von Stouffen" ("Fresco y contrahecho")

jueves, 6 de diciembre de 2007

De la codicia

Quien pone su dicha en el bien temporal y busca en éste su alegría y ánimo, un necio es en carne y hueso


Un necio es quien acopia bienes y no tiene paz ni contento, ni sabe para quién los ahorra cuando descienda a su lúgubre bodega. Más necio aún es quien malgasta con exuberancia y sobre lo que tiene que rendir cuentas que valen más que una mano y un pie. El necio deja mucha herencia a los amigos, y no quiere cuidar de su alma y teme que le falte aquí el bien temporal, sin preocuparse de lo que ello le ocasionará en la eternidad. ¡Oh, pobre necio! ¿Cómo eres tan ciego? Temes la sarna y encuentras la tiña. Más de uno consigue bienes con pecados; por eso arde en el infierno. Sus herederos hacen muy poco caso de ellos; no le ayudaían ni con un guijarro; apenas darían un penique por salvarle, por profundo que yaciera en el fondo del infierno. Da, puesto que vives, para gloria de Dios; después de tu muerte, otro será señor de tus bienes. Ningún sabio ha ansiado nunca ser rico aquí en la tierra, sino aprender a conocerse. Quien sabio es, es más rico. Craso acabó bebiendo el oro por el que tanto tiempo había estado sediento. Crates arrojó al mar su dinero para que no le estorbara en su aprendizaje. Quien atesora lo que es perecedero, sepulta su alma en excrementos y estiércol.


Ilustración: Dos necios humildes con garrotes de caminantes, saludan ("perdón señor") a un rico noble y necio, con blasones en la puerta, quien está contando el dinero

martes, 4 de diciembre de 2007

De los buenos consejeros

Quien se abandona a la violencia en el consejo y se cuelga hacia donde sopla el viento, empuja la cerda al caldero.


Muchos son los que ponen todo su empeño en cómo llegar al consejo, pero nada entienden de Derecho y andan a ciegas por las paredes, El buen Cusaí está malhadadamente muerto; Ajitofel se sienta en el consejo. Quien ha de juzgar y aconsejar rectamente, piense y actúe sólo conforme al Derecho; que no resulte un tarugo con el que se empuje la cerda al caldero. En verdad, digo yo, no es adecuado: con pensar no es bastante, con ello se reduce del Derecho; es necesario que se reflexione mejor y se pregunte a otros lo que uno no sepa, pues, si no, el Derecho se acorta y no tienes escusa ante Dios. Créeme, a fe que no es una broma. Si todos supieran lo que sigue después, no tendrían tanta prisa en emitir la sentencia. Cada cual es medido con la vara que ha utilizado: como tú me juzgas y yo te juzgo, así nos juzgará Él a tí y a mí. Espere cada uno tras su muerte la sentencia que él ha dado. Quien con su veredicto causa gran tormento, tiene también fijada su hora, en la que encontrará una muy rigurosa sentencia; la piedra le caerá sobre la cabeza. Quien aquí no actúe con justicia, la encontrará allí con severidad: contra sí no soporta Dios sabiduría, poder, prudencia o consejo.
Ilustración: Dos necios tratan de meter un cerdo en un caldero. Ambos necios llevan palos. Al que está agachado se le hace la boca agua

lunes, 3 de diciembre de 2007

De los libros inútiles

El primer danzante soy en el baile de los necios, pues sin provecho muchos libros tengo, que ni leo ni entiendo


El que yo esté sentado delante en el barco, tiene en verdad una especial intención; no se ha hecho sin motivo. Confío en mi biblioteca. De libros tengo gran tesoro, aunque en ellos entiendo muy pocas palabras, y los tengo en tal veneración, que hasta los defiendo de las moscas. Donde se habla de ciencias, digo yo: en casa las tengo yo muy bien. Me contento con ver muchos libros ante mi. El rey Ptolomeo se procuró todos los libros del mundo y consideró esto un gran tesoro; mas no encontró la doctrina verdadera ni pudo instruirse con ella. Yo tengo asimismo muchos libros, pero leo poquísimo en ellos. ¿A qué iba a querer romperme la cabeza y agobiarme completamente bajo el peso del saber? Quién mucho estudia se vuelve fantasioso. Yo me tengo, no obstante, por un señor y pago a uno que aprende para mí. Cierto que poseo una mente tosca, pero cuando estoy con sabios, puedo decir ita "si". Contento estoy de pertenecer a la orden del alemán, pues sé muy poco latín; sé que vinum significa "vino", glucklus "cuco", stultus "Necio", y que yo me llamo domine doctor. Tengo las orejas ocultas, pues, de otro modo, se vería pronto la acémila del molinero.
Ilustración: Un profesor con capucha y gorro de necio, está sentado en su cátedra, rodeado de libros, y espanta con un plumero las moscas de un libro abierto.

domingo, 23 de septiembre de 2007

La nave de los necios




Stultifera navis

Un humanista de Estrasburgo, Sebastián Brant (1458-1521) había publicado en 1494 un poema satírico en verso alemán titulado LA NAVE DE LOS NECIOS (Narrenschiff), que inmediatamente alcanzó una boga enorme. Todas las clases sociales: eclesiásticos, universitarios, jueces, nobles, mercaderes, labradores, etc., embarcan en la nave que les ha de conducir al reino de la locura (Narragonien).

A cada uno de los embarcados es dedicado un capítulo en el que crudamente se ponen de relieve vicios, estupideces y maldades, impresionante galería satírica de la sociedad que sugiere los Diálogos de los muertos, de Luciano y la Danza de la Muerte medieval, con la mordaz alegría y la burla agria de los carnavales germánicos.

Tras la ficción se advierte la clara e intencionada actitud de Sebastián Brant, que siente toda la tragedia de su tiempo, y que prevé las ya tan próximas luchas de religión, y que busca la salvación de un mundo presa de la locura en los puros principios cristianos dentro de la ortodoxia católica.
Ilustraciones de Durero y Haintz Nar Meister