martes, 4 de marzo de 2008

De los necios abrumados

Muchos necios, que estultos son en múltiples sentidos, están en este aprieto: sentado les está el asno en las espaldas.

Tantos son en la orden de los necios, que yo, por estar sentado, casi habría pasado inadvertido y habría perdido el barco, de no haberme susurrado al oído el asno su aviso. Yo soy aquel al que todas las cosas abruman, me quiero agachar bien en un rincón por si el burro me quisiera abandonar y no estar siempre en mis espaldas; y, si tengo la suficiente paciencia, espero escapar del asno. Pero tengo muchos compañeros a los que abruma todo lo que a mí me abruma: como quien no sigue el buen consejo; quien si necesidad se encoleriza; quien compra desdicha; quien sin razón se aflije; quien prefiere tener disputas que sosiego; quien ve de buen grado las diabluras de sus hijos; quien a su vecino no tiene como amigo; quien sufre que le apriete el zapato y hace que su mujer tenga que ir a buscarle a la taberna, en el libro de los necios su lugar debe ocupar. Quien come más de lo que gana, y toma prestado mucho, que entre los dedos se le escapa; quien a su mujer exhibe a los otros, un necio es, cernícalo, borrico y sandio; quien piensa en sus muchos pecados y el tormento que ha de sufrir por ellos, y puede, no osbstante, estar contento, no debe andar sobre el asno, sino llevarlo en las espaldas, para que le aplaste por el suelo. Un necio es quien ve el bien y sigue el mal.
Atañe esto a muchos necios que este asno lleva consigo.

Ilustración: Un asno pone sus patas delanteras sobre un necio, haciéndolo caer.