martes, 8 de abril de 2008

Callar la verdad

Quien quiere ayudar a la verdad, tiene que tener muchos enemigos, que tratan de impedírselo.

Un necio es quien se siente turbado en su ánimo cuando se le habla con aspereza y se le quiere forzar con violencia a que calle la verdad y a que oculte su verdad, y se vaya al camino de la necedad, por el cual, sin duda, anda el que se doblega ante esa amenaza. Pues Dios está, no obstante, de su lado y protege siempre al que no se separa de la verdad, de suerte que nunca saca de ella su pie. Quien permanece en la verdad, pronto aleja de sí a todos los enemigos. El sabio se esfuerza por alcanzar la verdad aunque vea la vaca de Falaris. Quien no puede permanecer en la verdad, tiene que andar el camino de la necedad. Si Jonás hubiera hecho a tiempo pública la verdad, la ballena no lo habría devorado; Elías ensalzó la verdad y por eso fue al Paraíso; Juan huyó del camino de los necios, y por ello vino Cristo a él para que lo bautizara. Quien censura a uno con amistoso talante, y éste no lo toma bien enseguida, llegará la hora en que tendrá que agradecerlo y dará más las gracias por las palabras de censura que por la palabrería que le agrada. Daniel no quiso aceptar ningún regalo cuando tenía que decir y explicar la verdad a Baltasar: "tu dinero", dijo, "quédese en tu casa". El ángel castigó a Balam porque aceptó los regalos, y lo quiso hacer en contra de la verdad; por ello, estaba del revés todo lo que decía, y el asno castigó al que lo cabalgaba.
Dos cosas no se pueden ocultar, y por toda la eternidad se puede buscar una tercera: una ciudad construida en lo alto; a un necio, esté de pie, sentado o andando, se le ve pronto su esencia y condición; a la verdad se la ve eternamente y nunca perderá su valor, por mucho que los necios se desgasten el cuello de gritar. A la verdad se la honra por todos los países; la alegría de los necios es objeto de burla y escarnio.
He sido atacado muy a menudo mientras construía esta nave, reprochándoseme que la debía pintar un poco y no curtirla con corteza de roble, sino lubricarla con savia de tilo, y suavizar un poco algunas cosas; pero los dejé congelarse, antes que decir otra cosa que la verdad. La verdad permanece eternamente, y permanecería siempre visible para todos aunque no hubiera escrito este librillo. La verdad es más fuerte que todos los que difaman a mí o la difaman a ella. Si no hubiera hecho caso de ella, estaría yo entre los más grandes necios que tengo en todas las naves.