domingo, 6 de abril de 2008

De la falsificación y el engaño

Se aprecia bien en la alquimia y en la medicina del vino cuánto engaño hay sobre la tierra.

Embusteros y falsificadores hay muchos, que bien se acomodan al espectáculo de los necios; falso amor, falso consejo, falso amigo, falso dinero: ¡completamente lleno de infidelidad está ahora el mundo! El amor fraterno etá ciego y muerto; cada cual piensa en el embuste, para poder tener provecho sin pérdidas, aunque cien se arruinen. Ya no se ve ninguna honradez; el alma puede así echarse a perder; un buen negocio es para todos más querido. ¡Dios les tenga en su gracia, aunque mueran miles de ello!
Ante todo, no puede quedar el vino. Gran embuste se hace con él: salitre, azufre, huesos de muerto, potasa, mostaza, leche, hierbas impuras se echan por la piquera del tonel. Las mujeres encinta se alegran de beber eso, pensando que darán a luz antes de tiempo, y nos ofrecen un lamentable aspecto. Mucha enfermedad nace también de ahí, y más de una se va a la casa mortuoria.
Se hace herrar ahora a un jamelgo cojo, que propiamente tiene su sitio en el carro del desollador; tiene que aprender a sostenerse sobre fieltros, como si tuviera que ir por la noche a maitines; aunque es quebradizo y cae, tiene que traer ahora su dinero, para que el mundo sea engañado.
En estos tiempos se tienen reducidos pesos y medidas: las varas se hacen cortas; la tienda tiene que estar oscura, para que no se aprecie el aspecto del paño; mientras que uno mira a ver que juguete pueda haber sobre el mostrador, la balanza recibe un empujón, para que se mueva hacia abajo; se nos pregunta ¿cuánto desea?, y el pulgar se pesa con la carne. En camino ahora se ara convirtiéndolo en surcos. La moneda vieja está completamente desgastada, y no podría durar mucho tiempo si no se hubiera hecho un añadido. No sólo la moneda se debilita: el dinero falso se ha hecho general, y el falso consejo; la falsa clerecía se amplía con monjes, curas, beguinas, legos: muchos lobos andan ahora en ropas de cordero.
Para que no olvide yo aquí el mayor engaño de la alquimia, ésta hace aparecer la plata y el oro que previamente se habían puesto en la varilla. Embaucan y engañan burdamente; dejan ver primero una prueba, y pronto sale de ahí un sapo. El mirar en las redomas saca a muchos de sus casas; quien antes estaba sentado mullido y seco, arroja ahora sus bienes a las retortas de los necios, hasta que se quema y reduce a polvo, de suerte que ni él mismo ya se reconoce. Muchos se arruinaron así, muy pocos pudieron conseguir algo, pues, como dice Aristóteles: "La forma de las cosas no se transforma". Muchos caen gravemente en esta adicción, aunque de ella poco fruto les viene. Cobre ahora se pule para el oro; mierda de ratón se mezcla bajo la pimienta; la piel se tiñe a voluntad, y tan débilmente se curte en nuestros días, que sólo conserva muy pocos pelos cuando se la lleva puesta un cuarto de año. Los ratones de campo producen mucho almizcle, cuyo mal olor apesta a media milla; los arenques podridos se mezclan con los buenos, para poder vender todos como frescos. Todas las calles están llenas de vendedores; cultivar el pequeño comercio gusta muchísimo, pues se puede juntar lo viejo y lo nuevo. Con engaño anda todo el mundo: ninguna mercancía de comerciante tiene su valor, con falsificación es como mejor se anda, cada cual mira cómo librarse de su mercancía, aunque tenga tumores de caballo o enfermedad de la pata de éste.
Feliz, sin duda, es el hombre que puede protegerse ante la falsificación. Los padres son engañados por su hijo, el padre no le pregunta. El posadero engaña al cliente, el cliente al posadero. Se siente por completo la falsedad, la infidelidad, el engaño. Esto es abrir el camino al Anticristo; éste falsea con engaño toda su compra, pues lo que él piensa, incita, hace y enseña, no se torna en otra cosa que en mal, en infidelidad, en el mundo al revés.

Ilustración: En un laboratorio alquimista, con sus adminículos y un horno, aparecen dos sabios, de los que uno lleva orejas de necio, que se ocupan de las tareas propias de su oficio. También hay un necio en primer plano, que ha introducido un hueso por la piquera de un tonel.