miércoles, 2 de abril de 2008

De los necios extranjeros

Aquí he reunido aún a muchos que son necios y así se les llama, pero de los que otros necios se avergüenzan.

Existen además muchos individuos inútiles, que están embutidos en pieles de necio muy espantosas y que se aferran a ellas, atados al rabo del demonio, sin que se les pueda separar. Voy a pasar de largo ante ellos, y en silencio, y a dejarlos que sigan en su necedad, y a escribir poco sobre su locura: los sarracenos, turcos, paganos, todos los que están separados de la fe; y en pie de igualdad con ellos también sitúo a la escuela de herejes que mantiene en Praga su cátedra de necios y que ha extendido su orden hasta llegar a tener ahora también a Moravia. Muy mal entran en su capucha de necios, como todos aquellos que rezan a alguien distinto del Dios uno y trino, y para quienes nuestra Fe e como un motivo de mofa.. No tengo a éstos por simples necios: tienen que permanecer encima de la capucha, pues su necedad es tan grande y manifiesta, que no hay paño suficiente para hacerles una a cada uno.
Lo mismo se aplica a todos los que se han separado de la Fe y se han enredado en las mallas del diablo: como las mujeres necias y las hembras pérfidas, todas las alcahuetas y proxenetas y otras que viven en el pecado y a las que su necedad ciega por completo. Con ello quiero traer asimismo a la memoria a aquellos que se dan muerte o se ahorcan, y a quienes matan o ahogan el fruto de su vientre. No merecen tener leyes, ni que se les eduque con seriedad o con chanzas: forman parte de la masa de los necios, su necedad les proporcionará a todos su caperuza.

Ilustración: Sobre una gran capa de necio se hallan seis hombres y mujeres, vestidos con atuendos extranjeros y movíéndose muy expresivamente. En el ángulo superior derecho un judío se cuelga, vestido como tal.