lunes, 14 de abril de 2008

Difamación del bien

Muchos necios calumnian a todos y ponen al gato el cascabel, pero no quieren mantener su palabra.

Muchos estaban contentos por haber yo reunido a muchos necios, y sacan una provechosa enseñanza de cómo se pueden apartar de la necedad. Por el contrario, esto les parece mal a muchos otros, que piensan que les he dicho la verdad, pero que no me he atrevido a hablar públicamente, de modo que censuran la obra y ponen al gato el cascabel que está bien en sus propias orejas. El caballo sarnoso no aguanta tranquilo mucho tiempo cuando s le quiere almohazar. Paso prudentemente por alto que los necios me van a criticar pensando que no tengo derecho a censurarlos y a mostrar a cada uno lo que le molesta. Cada uno habla lo que le place, y se queja donde le aprieta el zapato. Al que no le guste este libro de necios, que lo deje correr. Yo no pido a nadie que lo compre, a no ser que quiera hacerse sabio con él y quitarse él mismo la capa, de la que he tirado mucho tiempo, pero que no se la he quitado por completo. Quien censura lo que no entiende, que compre este libro, que lo necesita, pues, en lo que entendió en él, cada cual encontró amor y afecto. Quien se atreve a contradecir la verdad y quiere ser sabio, es un necio.


Ilustración: Un necio ata un cascabel a un gato. Otro necio ha tirado un hueso a unos perros y ha alcanzado a uno, que ladra; no obstante, se tapa los ojos con la capucha y trata de pasar entre ellos.