jueves, 6 de diciembre de 2007

De la codicia

Quien pone su dicha en el bien temporal y busca en éste su alegría y ánimo, un necio es en carne y hueso


Un necio es quien acopia bienes y no tiene paz ni contento, ni sabe para quién los ahorra cuando descienda a su lúgubre bodega. Más necio aún es quien malgasta con exuberancia y sobre lo que tiene que rendir cuentas que valen más que una mano y un pie. El necio deja mucha herencia a los amigos, y no quiere cuidar de su alma y teme que le falte aquí el bien temporal, sin preocuparse de lo que ello le ocasionará en la eternidad. ¡Oh, pobre necio! ¿Cómo eres tan ciego? Temes la sarna y encuentras la tiña. Más de uno consigue bienes con pecados; por eso arde en el infierno. Sus herederos hacen muy poco caso de ellos; no le ayudaían ni con un guijarro; apenas darían un penique por salvarle, por profundo que yaciera en el fondo del infierno. Da, puesto que vives, para gloria de Dios; después de tu muerte, otro será señor de tus bienes. Ningún sabio ha ansiado nunca ser rico aquí en la tierra, sino aprender a conocerse. Quien sabio es, es más rico. Craso acabó bebiendo el oro por el que tanto tiempo había estado sediento. Crates arrojó al mar su dinero para que no le estorbara en su aprendizaje. Quien atesora lo que es perecedero, sepulta su alma en excrementos y estiércol.


Ilustración: Dos necios humildes con garrotes de caminantes, saludan ("perdón señor") a un rico noble y necio, con blasones en la puerta, quien está contando el dinero