sábado, 15 de diciembre de 2007

De las malas costumbres

Quien tiene malas costumbres, y mira hacia donde se convertirá en necio, arrastra la capa por el suelo.

Muchos andan en túnicas ufanos y lanzan la cabeza hacia aquí y hacia allá, después hacia abajo y hacia arriba, más tarde hacia atrás y seguidamente de lado, ora andan presurosos, ora muy cadenciosos. Esto muestra como indicio y causa que tienen un carácter ligero, del que es muy oportuno precaverse. A quien es sabio y tiene buenos modales, se le adecua bien su esencia, y lo que empieza y realiza le parece bien a todo sabio. La verdadera sabiduría empieza con pudor, es recatada, tranquila y pacífica, y, si se acomoda con el bien, Dios la llena de Gracia. Mejor es tener buenas maneras que toda la riqueza de la tierra. De los modales se colige muy pronto lo que uno tiene en su corazón. Más de uno cuida poco las maneras; no se ha acostumbrado a ellas ni está educado para ellas; por eso tiene los mismos modales que una vaca. El mejor ornato y el más alto nombre son las buenas costumbres, la modestia y el pudor. En las buenas costumbres se educó Noé, pero no se le pareció mucho Cam, su hijo. Quien engendra un hijo sabio, que aprende modales, juicio y sabiduría, dé gracias a Dios por haberle otorgado la Gracia. Albino se comió la nariz de su padre porque éste no le había educado mejor.

Ilustración: En una habitación de decoración riquísima y con toda la apariencia de gran lujo y dispendio, un hombre, también ricamente ataviado, arrastra con una cuerda una capucha de necio.