domingo, 30 de diciembre de 2007

De la inutil riqueza

Quien tiene bienes, se deleita con ellos y no los comparte con los pobres recibirá una negativa cuando él mismo pida.

La mayor necedad de todo el mundo es que se honre el dinero por delante de la sabiduría y que se prefiera al hombre rico. Quien tiene orejas y cascabeles encima, ha de ser consejero sólo porque tiene mucho que perder. A cada cual cree el mundo tanto como dinero tiene en su bolsillo: el señor Penique ha de estar siempre delante. Si viviera Salomón, no se le dejaría entrar en el consejo si fuera un pobre tejedor o tuviera el bolsillo vacío. A los ricos se les invita a la mesa y se les traen venados, aves y pescado, y se les hace la corte interminablemente, mientras que el pobre está ante las puertas y suda, queriendo congelarse. Al rico se le dice: "¡Comed, señor!" ¡Oh Penique, a ti se te concede el honor! Tú consigues que muchos te sean propicios. Quien tiene peniques, encuentra amigos. Todos le saludan y le tratan con familiaridad. Si alguien quiere tener esposa, la primera pregunta es: "¿Pero qué tiene éste?" No se pregunta por la honradez o la sabiduría, la educación, la inteligencia; se busca a uno del gremio de los necios, que tenga para echar pan a la leche, aunque sea un rufián. Toda ciencia, honra y sabiduría son ociosas donde falta el penique. Quien su oído cierre ante el pobre, no será escuchado por Dios cuando también él clame.

Ilustración: Mientras un necio rico se regodea en su oro, un pobre peregrino, con cruz, escudilla y concha de Santiago, y dos perros lamiéndolo, yace en la calle.