viernes, 21 de marzo de 2008

Honra a tu padre y a tu madre

Honra siempre a tu padre y a tu madre, para que Dios te conceda larga vida y no sufras tú mismo la deshonra.

Un necio es quien da a sus hijos aquello con lo que hace vivir sus días, confinado en su ilusión de que no lo abandonarán, sino que lo ayudarán también cuando lo necesite. A éste se le desea todos los días la muerte y se convierte muy pronto en una carga para sus hijos, en un huésped indeseable. Pero le sucede casi lo merecido, pues, en verdad, ha razonado muy mal al dejarse adular con palabras: ¡hay que molerlo a palos!
Pero no vive mucho tiempo en la tierra quien a su padre y a su madre no tiene en la debida estima; en medio de las tinieblas se extingue la luz de quien no honra a su padre y a su madre. Por su padre sufrió infortunios Absalón siendo aún joven. Del mismo modo fue maldecido Cam, por haber desnudado las vergüenzas de su padre; Baltasar no tuvo mucha dicha por hacer a su padre pedazos. También Senaquerib murió a manos de sus hijos, aunque ninguno de estos heredó el reino; Tobías enseñó a su hijo que honrara a su madre; y por ello el rey Salomón se levantó del trono ante su madre; como hizo Coriolano, el buen hijo; a los hijos de Recab los alabó el propio Dios por cumplir el mandato de su padre. “Quien quiera vivir”, dice Dios nuestro Señor, “honre a su padre y a su madre, y así vivirá muchos años y conseguirá grandes riquezas”.

Ilustración: Un necio viejo, de larga barba y porte aún distinguido, va a entregar una bolsa con su dinero a su hijo y a su hija, que parecen a punto de darle con sendos garrotes.