martes, 25 de marzo de 2008

Usura y acaparamiento

Los usureros practican un oficio ilegítimo, rudos y duros son para los pobres y no les importa que el mundo entero perezca.

A la caperuza hay que echarle mano y sacudirle bien las pulgas y arrancarle las plumas de las alas a quien acapara y oculta en casa más que lo que necesita, a quien arrambla con todo el vino y el grano por el país entero, sin tener ni pecado ni deshonra, para que el pobre no encuentre nada y muera de hambre con su mujer y sus hijos. Por ello es hoy la vida tan cara, y estamos hogaño peor que antaño. Últimamente el vino valía apenas diez libras, y en un mes ha subido tanto, que ahora cuesta bien a gusto treinta; lo mismo sucede con el trigo, el centeno y la espelta. Y no quiero hablar de los réditos de la usura, que se practican con intereses y pagos en especie, con préstamos, compras a bajo precio y con créditos. Muchos ganan una libra por la mañana, más de lo que se debe ganar en todo el año. Calderilla le prestan hoy a uno a cambio de oro. En lugar de diez, se escriben once en el libro. Los intereses de los judíos eran bastante soportables, pero no pueden seguir así: los cristianos judíos ahora los expulsan, y ellos mismos corren con la lanza del judío. Conozco a muchos, que no quiero citar, que practican un comercio ilícito, y sobre ello calla toda la ley y el derecho. Muchos de ellos se inclinan agradecidos ante el granizo, apuntan riendo hacia las heladas.
Mas sucede también muy a menudo que alguno se cuelga en la soga. Quien quiere ser rico a costa de la comunidad, un necio es... pero no sólo un necio.

Ilustración: En una ciudad bien perfilada aparecen toneles, sacos, y un recipiente de medida. Tras los sacos, un usurero necio y gordo que está a punto de desplumar a un comprador con el rostro demacrado. El usurero jura con la mano derecha y el comprador mete la mano en el bolso.