jueves, 14 de febrero de 2008

De la ingratitud

Quien anhela que le sirva todos los días, pero niega el agradecimiento y la gratitud, merece recibir un palmetazo.

Un necio es quien mucho anhela y no se comporta honorablemente, y causa muchas preocupaciones y fatigas a aquel al que poco quiere agradecer. Quien quiera obtener beneficio de una cosa, piense convenientemente en su espíritu que ha de contar con los costos, si es que desea vencer con honor. Muy raramente queda en su estado un caballo cansado al que se le sigue montando; un caballo dócil se torna testarudo cuando se le retiene la comida. Quien osa exigir muchas cosas al otro, sin recompensarlo, es, ciertamente, un necio. Quien no puede dar por bueno lo que se le hace por una recompensa adecuada, no debe quejarse cuando se le rechace un trabajo; hay que darle un palmetazo. Todo el que quiera disfrutar de algo, mire también de recompensarlo. La ingratitud recibe mal premio, deja la fuente sin agua. La cisterna vieja no da agua si no se vierte agua en ella. El quicio de la puerta muy pronto chirría, si no se le unta de aceite. No es digno de grandes obsequios quien no se acuerda de los pequeños; con justicia le son negadas todas las dádivas a quien no da las gracias por las pequeñas; se llama, en verdad, Sinrazón y Grosería. Todos los sabios han odiado siempre al que han conocido como ingrato.

Ilustración: Un necio está detrás de un sabio para pedirle algo, y un hombre está a punto de darle un palmetazo.