martes, 26 de febrero de 2008

Disputar e ir a los tribunales

Muy a menudo siente el rastrillo quien siempre anda en disputas como un niño y quiere dejar ciega a la Verdad.

De los necios quiero también contar que en cualquier asunto quieren pleitear y no llegan a avenencia alguna sin haber tenido antes disputas; para que el proceso se alargue y para huir de la justicia, se hacen citar, rogar, exhortar, proscribir, dictar públicamente la sentencia y desterrar, confiando en curvar bien el Derecho, para que no siga recto, como si fuera una nariz de cera. No piensan que son la liebre que viene a la sopa de los escribanos. El magistrado, apoderado, defensor y abogado tienen que llevarse también a la mesa su buena porción de pescado. Éstos pueden entonces dilatar bien el proceso y tender sus redes a la presa, de suerte que de un asuntillo salga un asunto y de un reguero un arroyo. Hay que contratar ahora costosos oradores y traerlos de lejanas tierras, para que con sus sutilezas encubran y den la vuelta a las cosas y con su garrulería embauquen al juez. Después hay que diferir mucho los plazos, para que los honorarios puedan engordarse y se derroche en viajes y banquetes más de lo que vale el asunto principal. Muchos gastan en perejil más de lo que ganan en su jornada, pero piensan tapar los ojos a la Verdad no dejando que el juicio termine pronto.
Desearía a quien guste disputar que llevara clavados en el culo pesados rastrillos.

Ilustración: Un necio, con un rastrillo clavado en el trasero y expresión siniestra, venda los ojos a la Justicia, que tiene el semblante tranquilo. Dos rastrillos más en el suelo amenanzan al necio.