lunes, 4 de febrero de 2008

Guardar el secreto

A quien no puede guardar el secreto, y a otro dice su plan le vienen arrepentimiento, daño y pesar.

Un necio es quien dice a su mujer o a otros su secreto. Por ello perdió el hombre más fuerte, Sansón, los ojos y el cabello. Traicionado fue así también el adivino Anfiarao, pues las mujeres son, como dice la Escritura, malas custodiadoras de secretos. De quien no puede guardar los secretos, de quien anda con engaños y abre sus labios como un zote, cuídese todo sabio.
Muchos se jactan de grandes cosas, de dónde velan el amor por la noche; si se llegara bien al fundamento de sus palabras, se les encontraría a menudo en un montón de estiércol. De ello resulta también muchas veces que se nota que es un necio. Pues lo que quieres que yo no diga, si lo callas, también tengo que callarlo yo. Si no puedes mantener el secreto que secretamente has confiado, ¿qué secreto exiges de mí que no puedes mantener en ti? Si Acab nop hubiera dicho su secreto a su mujer Jezabel y hubiere callado esas palabras, no se hubiera producido un crimen.
Quien lleve algo secreto en el corazón, cuídese de no decírselo a nadie: así estará seguro de que nadie se enterará de ello y lo propalará. Dijo el Profeta: quiero tener yo solo mi secreto, no compartirlo con todos.

Ilustración: En un jardín, Dalila, con cara decidida, corta los cabellos al necio Sansón, que duerme, con gesto adusto, en su regazo.