viernes, 22 de febrero de 2008

No querer ser un necio

El necio Marsias pedío y se le quitó piel y cabello, mas la gaita todavía tocó como hiciera antes de aquello.

Propio es de todo necio no querer observar que es objeto de burla; por ello perdió el necio Marsias piel y cabello. Pero la estulticia es tan ciega, que el necio piensa siempre que es sabio cuando se burlan de él y le gastan bromas pesadas; si se pone serio sobre el asunto, se le tiene también por sabio... hasta que se le cae la gaita de la manga.
Quien tiene muchos bienes, tiene muchos amigos; se le ayuda convenientemente también a pecar y cada cual mira cómo lo puede desollar; esto dura hasta que se empobrece; entonces se dice: "¡ay! ¡Que Dios tenga piedad! ¡Cuántos seguidores tenía antes, y ahora no hay amigo que me quera consolar! ¡Si lo hubiera observado a tiempo, aún sería rico y no despreciado!" Gran necedad es, ciertamente, disipar en un año aquello con lo que se ha de vivir el resto de los días; derrochando alegremente y creer antes de tiempo que ha ya acabado el trabajo de la jornada, para después... seguir al mendigo. Cuando entonces en sus manos le golpean la pobreza, el desprecio, la burla, la miseria, y corre deshecho y desnudo, le llega el golpe del arrepentimiento. ¡Dichoso aquel que, mediante bienes que, sin embargo, ha de dejar aquí, sabe hacerse amigos, que le consuelan, cuando todos lo han abandonado!
En cambio, hay mucho necio sobre la tierra que adopta necios modales y que, aunque se le desollara y cociese, nada en absoluto entendería, a no ser que mueve las orejas; quiere ser necio con toda aplicación, mas a nadie placen sus necias maneras; aunque atúa como un bufón, nadie cree buenas sus bufonadas. También dicen de él algunos compañeros: "¡El necio quería actuar como necio, y no sabe ni los modos ni los modales! ¡Es un necio y no vale nada!
Y sucede una cosa singular en la tirra: más de uno quiere ser un sabio, pero se acomoda a la estulticia, y cree que se le debe alabar cuando se dice: "Ése conoce bien la necedad!" Por el contrario, hay también muchos necios que han incubado un cuco; pretenden hablar de la verdad, sea a palos o a puñaladas; piensan que son contados entre los sabios, cuando se les tienen por necios. Si se machaca bien a un necio, como se hace a la pimienta en el mortero, y se le echa dentro muchos años, tan necio seguirá como antes. Pues a todo necio se le olvida que don Locuelo es hermano de don Señuelo.
Alguno se dejaría medio desollar y atar con cuerdas las cuatro patas si de ellos sacara dinero y tuviese mucho oro en casa; también soportaría estar en cama, si tuviera la enfermedad de los ricos; y que se le tachase de granuja, si obtuviera de ello pago e interés; nadie se conforma con poco: quien tiene mucho, quiere tener mucho más. De la riqueza nace la soberbia; muy raramente trae la riqueza humildad. ¿Qué es la mierda si no huele?
Muchos están solos, no tienen hijos, hermanos ni amigos próximos, y no dejan de trabajar; sus ojos no llena tampoco riqueza alguna, y no piensan: "¿Para quién trabajo y ahorro yo? Necio e imbécil de mí, ¿es que paso malos tiempos?" Dios da a alguno fama y riqueza, y a su alma sólo le falta que Dios no le concede que las necesite en el momento oportuno y también que se atreva a disfrutar con medida lo que está ahorrando para un crápula de fuera. Tántalo está en placenteras aguas, mas no puede calmar su sed; aunque mira las manzanas, poco se alegra con ello. Porque él mismo de todo se abstiene.

Ilustración: Sobre una mesa dos verdugos están abriendo a un necio. Personajes de ambos sexos miran complacidos la escena. Debajo de la mesa yace una gaita. Detrás del grupo una pareja se acaricia. En el ángulo superior derecho dos necios miran asustados y están a punto de huir.