miércoles, 27 de febrero de 2008

Del necio grosero

Las palabras groseras u obscenas producen excitación, y se perturban muy a menudo las buenas costumbres cuando se sacude con excesiva fuerza el cencerro de la cerda.

Hay un nuevo santo, que se llama San Grobiano, al que ahora todos quieren festejar y rendir culto por doquier con obscenas y groseras obras, maneras y palabras, y quieren bromear con él, aunque su propio cíngulo tiene poco decoro. Don Decente, por desgracia, ha muerto: el necio tiene a la puerca por la oreja y la sacude para que suene el cencerro de la cerda y le cante la marranada. La cerda dirige ahora sola el baile, sostiene con el rabo la nave de los necios, para que no naufrague por su peso, lo que sería gran pena sobre la tierra; pues donde los necios no beben vino, apenas costaría una perra chica. Pero la cerda tiene ahora muchos hijos; la chusma grosera ha arrinconado la sabiduría, y a nadie deja acercarse al tablero de las damas, sólo la cerda lleva puesta la corona; quien sabe tocar bien el cencerro de la cerda, tiene que ir ahora delante. Quien ahora sabe realizar tal menester, como lo hizo el cura de Kalenberg o el monje Eilsam con su barba, quien creía que hacía un buen viaje de armas. Algunos obran y hablan de tal guisa, que, si los viera y oyera Orestes, aunque tenía perturbados todos los sentidos, diría que no podría haberlo hecho ningún cuerdo. Limpioalpueblo se ha quedado ciego porque los campesinos están ahora borrachos. Don Tarugo es el primero en el baile, con don Grosero y don Tragón. Todo necio quiere hacer cerdadas, que se le deje la caja que se lleva por ahí con la grasa de burro. La caja del asno nunca se vacía, por mucho que cada cual quiera meter en ella la mano y engrasar así sus gaitas. La grosería se extiende en nuestros días y vive casi en cada casa; poco se ejercita ya el buen juicio. Lo que ahora se habla o escribe, de la caja se ha tomado. Sobre todo, cuando se reúnen los calaveras, la cerda eleva sus maitines: la prima es en tono de asno, la tercia es de San Gobriano; aprendices de sombrereros cantan la sexta, de grosero fieltro es el texto; la chusma grosera está sentada en la nona, glotones y crápulas vienen aquí; toca después la cerda a vísperas; don Sucio y don Inmundo cantan a continuación, pues se celebrarán las completas cuando se haya entonado el "Todos están llenos". El sebo de asno no descansa, mezclado está con la grasa de cerdo; el uno se lo frota al otro, al que desea tener por compañero y quien quiere ser grosero, pero no puede. No se respeta a Dios ni a la honradez, de toda cosa grosera se habla; a quien sabe ser el summum de la grosería, se le ofrece un vaso de vino. Y se ríen de él hasta hacer temblar la casa, y se le pide que cuente otra gracia. Se dice: "¡éste es un buen chiste, con él no se nos hace largo el rato!" Un necio grita al otro: "¡sé buen compañero y alegre! ¡Fetti gran schyer e belli schyer! ¿Qué otra alegría tenemos en la tierra, a no ser esta buena compañía? ¡Seamos felices, llenemos la panza, gritemos! Poco tiempo nos queda en este mundo: ¡que nos traiga algún contento!; pues quien de muerte fallece, así yace, y no disfruta después de ningún tiempo gozoso. ¡Nunca hemos sabido de nadie que haya vuelto del infierno y que nos diga cómo van las cosas por allí! ¡Cultivar la buena compañía no es pecado! Los curas dicen lo que quieren, y que esto y aquello está prohibido; si el pecado fuera como nos lo pintan, ellos mismos no pecarían. "Si el cura no hablara del demonio, y el pastor no se quejara de los lobos, nada sacarían los dos". Con tal discurso andan los necios y con su grosera chusma escarnecen a mundo entero y también a Dios, mas a la postre sirven de mofa a la gente.

Ilustración: Un necio tira de la oreja a una cerda, con corona y cencerro, para que éste suene. El rabo de la cerda está atado a la nave de los necios, que se encuentra en un lago, junto a unos acantilados y a cierta distancia de otra nave.