sábado, 23 de febrero de 2008

No entender las bromas

Quien anda con niños y necios, ha de tomarse a bien sus bromas, porque, si no, tiene que irse con los necios.

Un necio es el que no entiende cuándo habla con un necio; un necio es el que ladra siempre en contra y se pelea con un borracho, y quiere bromear con niños y necios, sin aceptar el juego de la necedad. Quien quiera ir con cazadores, acose; quien quiera jugar a los bolos, ponga; aúlle el que esté entre los lobos; miente, digo yo, aquel al que nada le falta. Dar palabra por palabra es necedad; dar bueno por malo tiene alto precio. A quien da lo malo por bueno, lo malo no se le sale nunca de casa; al que se ríe porque otro llora, le ocurrirá lo mismo antes de que lo piense. El sabio gusta de etar entre sabios. El necio gusta de andar entre necios. El que nadie pueda soportar a un necio, se debe a su soberbia. Más apesadumbra a un necio ver a algunos ir delante de él que le alegra el que todos le sigan y caigan a sus pies. Y para que veas cómo lo entiendo: el orgulloso gustaría ser único señor. Amán no sentía tan gran placer porque le adorara todo el mundo, como aflicción porque no le adorara un solo hombre, Mardoqueo. No es menester fijarse en los necios, pues se les conoce por sus obras. Quien quiera ser sabio (como debe quienquiera), manténgase de los necios bien apartado.

Ilustración: Un niño montado en un caballito de madera, roza a un necio con una pequeña rama. El necio se enfada de la broma, al igual que otro necio que está sacando ya la espada de la vaina.