lunes, 11 de febrero de 2008

Providencia de Dios

Sobre un cangrejo irá el plan del que quiere tener el salario sin trabajar y desea sostenerse sobre una débil caña.

Se encuentra más de un necio también que trata de embellecer su necedad con las Escrituras y que se cree distinguido e ilustrado, cuando ha puesto los libros al revés y ha engullido el Salterio justamente hasta el verso "Beatus vir", pensando que, si Dios le ha deparado algún bien, nunca le será retirado. Si ha de ir al infierno, quiere ser un buen compañero de copeo y vivir con los demás; mas le pasa lo que le tiene que pasar.
Necio, déjate de ese desvarío (pues de lo contrario pronto estarás metido en el puré de los necios), de que Dios dé salario sin trabajo. Fíjate de ellos y no ases, y espera a que te caiga del cielo un pichón asado. Pues, si sucediera tan sencillamente, cada siervo recibiría su salario, trabajase o no, lo cual, sin embargo, no es costumbre sobre la tierra. ¿Por qué, pues, habría de conceder Dios un premio eterno a uno que quería haraganear, otorgar su Reino y tan grande soldada a un siervo que sólo quería dormir? Yo digo que nadie vive en la tierra a quien Dios dé algo sin piedad o a quien esté obligado a servir, pues Él nada nos adeuda. El señor libre regala a quien le place, y da poco o mucho según le venga en gana; ¿a quién le importa? Él sabe por qué lo ha hecho. El alfarero hace de la masa de barro una vasija noble y otras muy despreciadas, como potes, escudillas, cántaros, para que se meta en ellas lo malo y lo bueno. El pote no le dice: "debería ser un cántaro, una escudilla". Dios sabe, sólo a Él compete, por qué ha ordenado todas las cosas, por qué prefirió a Jacob y no valoro a Esaú tanto como a él; por qué castigó a Nabucodonosor, que había pecado muchos años, y, sin embargo, le permitió llegar al arrepentimiento y lo aceptó en su reino, después de expiar sus culpas; y castigó con severas plagas al Faraón, que con ello se hizo todavía peor. Una medicina cura a uno y pone a otro más enfermo. Pues el uno, después de sentir el castigo de Dios y su poderosa mano, pensó en sus pecados con muchos gemidos; el otro siguió su libre albedrío y, advirtiendo la Justicia de Dios, abusó de su Misericordia. Dios no ha abandonado a nadie, Él sabe por qué lo ha hecho. Si hubiera querido considerar todo igual, no habría creado más que rosas; pero quería tener también cardos, para que se viese su justicia. Había un criado envidioso y alegre del mal ajeno, que pensaba que su señor cometía con él injusticia, al darle el salario convenido y conceder a otro lo que quería; al que había trabajado poco, le dio, no obstante, un salario igual. Se encuentran muchísimos hombres justos que sufren aquí en la tierra malos tiempos, y Dios les deja sufrir el destino, como si hubieran cometido muchos pecados. Por el contrario, se encuentran muchos necios que para todo tienen mucha fortuna y son tan libres en sus pecados como si su obra fuera sacrosanta.
Secretos son los veredictos de Dios, sus causas nadie las sabe por completo; cuanto más se tratan de indagar, menos se sabe de ellas. Si alguien cree que ya las conoce, sigue ignorándolas. Pues todas las cosas se nos reservan hasta el futuro, incierto viaje al más allá. Por eso, deja estar como están la Providencia de Dios y el orden de la Previsión. ¡Obra rectamente y con bondad! ¡Dios es misericordioso y está lleno de Gracia! Hazle saber todo lo que Él ya sabe. ¡Obra rectamente! Te prometo la recompensa. ¡Persevera! Te doy mi alma en prenda: no irás al infierno.

Ilustración: Un necio cabalga sobre un gran cangrejo y abre la boca para que le entre en ella una paloma. La caña que le servía de bastón ha quebrado y le ha atravesado la mano.