martes, 12 de febrero de 2008

Olvidarse de sí mismo

Quien quiere apagar el fuego de otro y deja arder el granaro propio, maestro es de la lira de los necios.

Quien tiene gran fatiga y desazón viendo cómo fomentar cosas ajenas y causar el beneficio de otro, es más mono que ese otro, si no mira de ser aplicado y despierto con las cosas propias. El librillo de los necios lee merecidamente el que es sabio y se olvida de sí mismo. Pues, el que quiere tener amor verdadero, debe empezar por sí mismo. Como también advierte Terencio: "Yo soy el pariente más próximo de mí". Cada cual mire por su suerte antes de preocuparse por cómo baila el otro. Se echará a perder antes de tiempo el que siembre para sí y coseche para otro; y quien limpie con diligencia el vestido de otro y ensucie el suyo propio. Quien quiere apagar la casa de otro cuando las llamas salen por arriba, y arde con toda su fuerza la suya, poco atiende a su provecho. El que quiera empujar la carrera de otro y ponerse a sí mismo obstáculos, es ciertamente un necio. Quien se cargue con cosas ajenas y no se atienda a sí mismo, recibirá su daño. El que se deja convencer por aquello de lo que le vendrá escarnio y daño, a la larga no se puede defender: el necio le atrapará por los faldones; que la sabiduría le haga aprender con el perjuicio. A quien con mayor crueldad oprime su muerte es a aquel a quien todos conocen, y muere y acaba su vida sin haberse conocido él mismo.

Ilustración: Un necio intenta apagar una casa ajena con un cubo de madera. Otro necio le tira la ropa para llamarle la atención de que su propia casa está en llamas.