sábado, 12 de enero de 2008

De la abundancia de prebendas

A quien ambiciona aquí muchas prebendas, se le cae el burro más que anda: muchos sacos son la muerte del asno.

Un necio es quien tiene una prebenda que él solo apenas puede atender y sigue cargando muchos sacos, hasta que axfisia al burro. Una prebenda adecuada alimenta bien a uno; quien toma otra más debe tener cuidado de conservar un ojo, para que no se le vaya también; si añade aún otra, quedará ciego de los dos ojos; después no tendrá descanso ni de noche ni de día mirado cómo añadir innumerables más. Así, al saco se le rompe el fondo, hasta que va al osario del cementerio. Pero ahora se dispensa; por ellos muchos se dejan seducir, pensando que están totalmente seguros, hasta que les caen en suerte el once y la desgracia. Más de uno posee muchas prebendas, aunque él no valdría ni para una pequeña que pudiera atender bien él solo. Entonces se asegura previamente, cambia, compra tantas prebendas, que a menudo se equivoca en el número, y le es, por tanto, doloroso elegir en cuál querría quedarse, dónde malgastar placenteramente su vida. Ésta es una colecta muy peligrosa. En verdad, la muerte está en la olla. Pocas veces se reparten hoy prebendas; Simón y Guejazi corren también. Advierte; quien quisiera tener muchas prebendas, esperará la última en el infierno; allí encontrará una prebenda que produce más que seis ausencias.

Ilustración: Un necio, cargado con su saco, quiere echárselo encima a un burro, que ya ha doblado las patas por el peso de sus propios sacos.