jueves, 10 de enero de 2008

Del hablar contra Dios

Si Dios tuviera que obrar según nuestra voluntad, mal iría en todas las cosas. Lloraríamos más que reiríamos.

Un necio es quien hace un fuego para ayudar a la luz del sol o quien enciende antorchas y quiere apoyar así el resplandor solar; mucho más el que critica a Dios por su obra: éste se llama Enrique de Montenecios, ya que a todos los necios supera y su necedad confirma por escrito. Pues la Gracia y la Providencia de Dios están tan llenas de sabiduría, que no precisan de la enseñanza de los hombres o que se las acreciente con alabanzas. Por tanto, necio, ¿por qué criticas a Dios? Tu sabiduría es una broma al lado de la suya. Deja a Dios obrar según su Voluntad, sea buena acción, castigo o venganza; déjale que desate tormentas, déjale que traiga buen tiempo; pues, por muy enojado que estés, no sucederán las cosas más pronto; tu deseo te causa sólo dolor. En eso pecas muy gravemente; mejor te sería guardar silencio.
Rezamos que se haga su voluntad así en el cielo como en la tierra, y tú, necio, le quieres enseñar a castigar, como si tuviera que hacerte caso. Dios sabe regir todas las cosas mejor que con tu necio desvarío. El pueblo judio nos enseña bien si Dios quiere que se murmure. ¿Quién era su consejero cuando hizo todas las cosas y las creó de la nada? Quien le haya dado algo antes, jáctese de ello y critíquelo más.

Ilustración: Un necio enciende un fuego en una colina con la leña que ha partido y trata de mirar al sol, que le devuelve sonriente una mirada.