viernes, 25 de enero de 2008

De los pájaros burlones

Se puede prescindir bien de los necios que gustan de tirar siempre piedras y no quieren aprender de la amonestación y de la sabiduria.

¡Vosotros, necios, quered aprender de mí el principio de la sabiduría, el temor del Señor! Todo el saber de los santos está esparcido en el camino de la prudencia. Por la sabiduría se honra al hombre, por ella se aumentan los días y años. El sabio es provechoso para la comunidad. El necio sólo lleva su clava y no quiere oír de la sabiduría; se burla del sabio a cada instante. Quien quiere enseñar a un pájaro burlón, se pone él mismo en gran peligro. Quien reprende al malvado, se cuelga un sambenito. Amonesta al sabio: te oye gustoso y se apresura a aprender de ti más sabiduría. Quien reprende al justo... éste considera buena reprensión. El injusto insulta mucho, pero a veces es insultado él también. El arrendajo es un pájaro burlón, y tiene muchos defectos. Si al burlón se le echa a la calle, se va con él toda la burla, y las disputas e injurias a que se dedica quedan entonces delante de la puerta. Si David no hubiera cuidado de sí mismo, Nabal habría sido premiado por su burla. Sambalat se arrepintió de su burla cuando se construyó la muralla de Jerusalén. A manos de los osos murieron los niños que habían motejado de calvo al profeta. Semeí tiene aún muchísimos hijos que gustan de tirar piedras.

Ilustración: Tres necios tratan de apedrear a un hombre, quien intenta protegerse junto a dos sabios, que observan la escena quizá con disgusto, pero sin perder la calma.