viernes, 4 de enero de 2008

La enseñanza de la sabiduría

Quien gusta de oir y enseñar la sabiduría y siempre hacia ella se vuelve, es honrado eternamente.

La sabiduría clama con voz diáfana: "¡género humano, oye mi voz! ¡Vosotros, hijos, atended a la experiencia! ¡Tenedlo en cuenta todos los que estáis en la estulticia! ¡Buscad la enseñanza, y no el dinero! ¡La sabiduría es mejor que todo el mundo y que todo lo que se pueda desear! ¡Buscadla noche y día! Nada hay que se le iguale sobre la tierra". "La sabiduría es muy valiosa en los consejos, toda la fuerza y la prudencia me pertenecen a mí sola", dice la sabiduría. "Por mí tienen los reyes su corona, por mí nacen todas las leyes con justicia, por mí tienen los príncipes su país, por mí tiene todo el poder su sentencia jurídica. A quien me ama, también amo; quien temprano me busca, me hallará. Conmigo hay riquezas, bienes y honra. Dios nuestro Señor me poseyó desde el principio de la eternidad. Por mí dispuso Dios todas las cosas, y sin mí nada se ha hecho. ¡Bienaventurado aquel que siempre me sigue! Por ello, hijos míos, no seáis tan perezosos; bienaventurado es el que va por mi camino. Quien me encuentra, halla la salvación y la felicidad; quien me odia, muy a menudo sucumbe." El castigo caerá sobre los necios, contemplarán la sabiduría y el premio que para ella está dispuesto y perdurará toda la eternidad, mientras ellos mismos se desangran en su interior y se corroen eternamente en su desesperación.

Ilustración: La sabiduría, con alas de ángel, corona y un cetro en el que se ha posado una paloma (el Espíritu Santo) predica a una reunión de ancianos, mujeres, niños y necios. Arriba aparece la mano de Dios, que sale de una nube y señala hacia la sabiduría.