miércoles, 30 de enero de 2008

Del camino de la salvación

Muchos persisten 'aquí' en la necedad y arrastran con fuerza un pesado carretón; 'allí' irá después la verdadera carreta.

Dios no hace entender al necio los milagros que ha hecho y que diariamente hace; por ello se pierden muchísimos necios, que mueren aquí temporalmente y allí están eternamente muertos, porque no aprendieron a conocer a Dios y a vivir según su voluntad. Aquí tienen calamidades, allí sufrirán tormentos; aquí tienen que llevar el peso del carretón, allí tendrán que tirar ya dentro de la carreta. Por tanto, necio, no preguntes por el sendero que lleva al camino del infierno. Con suma facilidad puede llegarse allí: el camino está abierto noche y día, y es ancho, liso, bien desbrozado, pues muchos son los necios que lo andan. Pero el camino de la salvación, que está dispuesto sólo para la sabiduría, es muy angosto, estrecho, difícil y escarpado, y poca gente se atreve a dirigirse a él o tiene el valor de andarlo.
Con esto quiero dar por contestada la pregunta de los necios, que a menudo se plantea, de por qué más necios, o van más al infierno, que gente que sigue en pos de la sabiduría. El mundo está ciego en su arrogancia. Hay muchos necios, pocos sabios. Muchos son llamados a la cena, pocos elegidos. ¡Anda con cuidado! Seiscientos mil hombres, sin contar las mujeres y los niños pequeños, sacó Dios a través de la arena del mar: dos llegaron a la tierra prometida.

Ilustración: Un necio arrastra monte arriba un carro de dos ruedas, unido a otro de cuatro, que está en llamas.