jueves, 24 de enero de 2008

No prestar atención a todo lo que se habla

Campana sin badajo no da sonido, aunque se le cuelgue una cola de zorro; por ello, deja que las habladurías te pasen por delante de las orejas.

Quien quiere estar a buenas con el mundo, tiene que soportar ahora muchas penalidades y oír muchas cosas delante de la puerta, y ver lo que no desearía. Por ello reciben grandes alabanzas los que se han apartado del mundo y han recorrido montes y valles para que el mundo no los hiciera caer, y quizá pecaron. Pero el mundo no los deja sin lanzada, aunque no puede merecer tener a estas gentes junto a sí.
Quien tenga voluntad de obrar rectamente, no atienda a lo que hable cada cual, sino permanezca firme en sus principios, no haga caso alguno a la flauta de los necios. Si los profetas y los sabios hubieran hecho caso en sus días a la difamación y no hubieran dicho la verdad, hace tiempo que se habrían arrepentido de ello. No vive absolutamente ningún hombre sobre la tierra que pueda contentar a todos los necios. Quien pudiera servir bien a cualquiera, tendría que ser un buen siervo y levantarse temprano antes de amanecer y pocas veces volverse a ir a dormir. Harina ha de tener, más que mucha, quien quiera atascar la boca de todos, pues no está en nuestras manos lo que cada necio hable, difame o vocifere. El mundo tiene que hacer lo que puede, lo ha hecho antes ante muchos otros más. Un cuco canta "cucú" a menudo y prolongadamente, como cada pájaro su propio canto.

Ilustración: Un necio coje un puñado de harina de un saco. A su lado hay una campana invertida, que tiene como badajo la cola de un zorro (ésta, símbolo de difamación y garrulería).